martes, 19 de mayo de 2015

EDUCACIÓN DEL ALUMNADO SORDO

¿Por dónde va y por dónde va a ir la educación del alumnado sordo? Hablar de la EDUCACIÓN DEL SORDO y responder a esta cuestión obliga a abordar el tema con cierta perspectiva de futuro; y es que los avances tecnológicos y su aplicación a la educación del discapacitado auditivo, van tan rápido que el mañana enseguida es hoy, y el futuro de inmediato se convierte en el presente. Pero, como mientras esas respuestas de futuro se generalizan y consolidan, siguen habiendo en la actualidad un alumnado sordo con unas necesidades y unas demandas cuya atención nos plantean serios retos, el presente-presente no puede ser olvidado. 

La respuesta educativa se justifica y valida en la medida en que atiende satisfactoriamente las necesidades educativas derivadas de la sordera. Por eso, resulta procedente empezar con el establecimiento y comentario de un listado de esas necesidades, ya que habrá que tenerlas presentes a la hora de valorar los modelos de intervención educativa que se suelen ofertar al alumnado sordo. 

No oír conlleva serias dificultades para incorporar la lengua oral de la comunidad parlante. Si uno crece sin estar suficiente y cualitativamente expuesto a la lengua de signos (y el 95% de los niños sordos son  hijos de padres oyentes y no lo van a estar), también tendrán dificultades para incorporar oportunamente la lengua de signos. Por ello, acceder tempranamente a un código que le permita comunicar y pensar, es una de las primeras necesidades que han de ser atendidas educativamente en el niño sordo, si se le quiere instrumentar con una herramienta que potencie su desarrollo cognitivo y social. 

Otra consecuencia derivada de no oír es la pérdida de ingente cantidad de información sonora, codificada en lengua hablada, flotante en el entorno, procedente de los cuatro puntos cardinales, concomitante con hechos y vivencias a los que da sentido, y que envuelve a sordo. De ahí que, la necesidad de recibir información suficiente y precisa sobre el entorno físico, psíquico y social en que vive, constituya otra de sus importantes necesidades a atender educativamente.

Según reflejan las publicaciones sobre sordera, el rendimiento académico de la mayoría de los sordos, pese a contar con niveles de inteligencia normales, se ha quedado muy por debajo (diferencias en torno a 5 años, y en comprensión lectora más) de lo que suele suceder en la población normal al terminar secundaria, algo que interfiere la continuación de estudios posteriores que faciliten su integración social y laboral. Cuando no se comparte código con el entorno, se carece de una herramienta eficaz para acceder a la información. Y cuando, por esta y otras razones, uno se pierde mucha importante información, las lagunas de conocimiento y el fracaso escolar son previsible. Así pues, el alumnado sordo para lograr una mayor normalización y su verdadera integración sociolaboral, tiene que ver atendida educativamente su necesidad de acceder en la medida de lo posible al currículum ordinario. La aplicación del principio de normalización en la educación trajo la integración escolar, pero no basta para conseguir esa normalización, con sentarse al lado del oyente en las aulas. La normalización del sordo ha de venir por acceder a los mismo contenidos curriculares a los que acceden la mayoría de los alumnos "normales". 

El sordo se encuentra inmerso en una sociedad parlante, usuaria de una determinada lengua. Es mayoritaria y la persona sorda necesita o se va a ver en situación de tener que interactuar con ella. Para desenvolverse más adaptadamente en dicha sociedad, tiene necesidad de mejorar su competencia en la lengua de los parlantes, herramienta, por otro lado, imprescindible para acceder a la cultura escrita. Por esa razón, si la primera lengua con la que se  atendió la necesidad prioritaria de un código hubiese sido la lengua de signos, el sistema educativo tendría también que implementar contextos educativos que posibiliten la incorporación y desarrollo de la legua de los parlantes. 

El sentido del oído desempeña un papel muy importante en la adquisición y desarrollo de la lengua hablada, pero tiene también una función de supervivencia; es en la especie humana, el sentido de alerta que informa de muchos de los cambios que se producen en el medio; ejerce así un control sobre el entorno y garantiza a los sujetos una seguridad tranquilizadora, que puede verse perturbada cuando se carece de él. SI no se produce un reajuste compensatorio en el comportamiento sensorial. Es fácil intuir que las personas sordas tienen necesidad de controlar su entorno para seguir una seguridad física y psicológica básica. Se entiende pues, que educativamente se trate de atender la necesidad que tiene el sordo de reajustar su funcionamiento sensorial para controlar el medio, mediante apoyos técnicos (audífonos, FM...) y medios pedagógicos (organización de espacios...). 

Hay factores que pueden contribuir a un comportamiento social en el alumnado sordo desajustado. Puede obedecer a una dificultad para interiorizar normas y valores que, codificados globalmente y flotando en el entorno, van penetrando en el sujeto según se van socializando. Esto puede producirse naturalmente en los oyentes, pero no así en los sordos. He ahí la razón por la que la escuela ha de atender intencionalmente su necesidad de recibir explícitamente información sobre normas y valores de la sociedad. 

La historia educativa está repleta de frustraciones, el niño sordo no ha tenido fácil el éxito escolar, de ahí que tenga necesidad de mejorar su autoconcepto y autoestima mediante una atención pedagógica que le brinde oportunidad de éxito. 

Necesidad de ser aceptado y respetado en su diferencia y necesidad de un grupo de referencia constituyen otras dos necesidades a tener en cuenta a la hora de organizar la respuesta educativa al alumnado sordo. Cuando se recurre a la lengua de signos o a otros sistemas alternativos para mejorar la comunicación en el aula, y cuando se propone su escolarización en centros de integración preferente de sordos en los que se concentran cierto numero de alumnos de estas características. En el transfondo existe un propósito de atender a los niños con estas necesidades. 

En definitiva, vemos cuantas necesidades tiene que atender la respuesta educativa al alumnado sordo, si quiere ser de calidad. La respuesta debe ser global y tomar en consideración todas esas necesidades. No obstante, podemos hacer síntesis, comprobar como se relaciona entre ellas y priorizar algunas, desde luego, el primero y más importante reto de la educación del sordo reside en FACILITARLE TEMPRANAMENTE EL ACCESO A UN CÓDIGO LINGÜÍSTICO EN SENTIDO ESTRICTO, es decir, a una lengua, la lengua de signos, la lengua española o la lengua de los parlantes de la zona en que vive.

Este corto de dibujos animados ilustra cómo la INTEGRACIÓN ESCOLAR del niño sordo es posible:

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